Datos de Olga Guillót
- DondeNació “La Guillót ?: Santiago de Cuba.
- Fecha de Nacimiento: 9 de octubre de 1923.
- Se nos ausenta:12 de julio de 2010 (A pocos meses antes de Cumplír la edád de 88 años)
- Donde Falleció: En Miami, Florida, Estados Unidos.
- Nacionalidad: Cubana.
- Género(s): Cancion Bolero Romantico.
- Actividad: 1940 – 2010.
- Instrumentos: Voz.
- Ocupación: Cantante, actriz.
- Disquera(s):Puchito Records (1954 – 1964); Musart Records (1961 – 1972); Warner Records (2000 – 2002).
- Otros Nombres: Reina del Bolero
- Cónyuges/Parejas: René Touzét, Ibrahím Urbino, Alberto Insua, Orlando Rodriguez (Bebo), Glauco del Mar.
- Hijos: Olga María Touzét.
- Tipo de voz: Contralto
Datos de René Touzét
Nombre de Nacimiento: | René Touzét Monte |
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Nació | September 8, 1916, Habana, Cuba |
Falleció | Junio 23, 2003 (Edád 86 años.) Miami, Florida, United States |
Ocupación(s) | Composer, Pianista,Directór de Orq. |
Instrumentos | Piano |
Años de Servicio | 1930s–1960s |
Capitol, RCA, Fiesta, GNP Crescendo
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Olga Guillót, “Se acabó” tema de Julio Gutierrez
Cuando vuelva a tu lado
Olga Guillót, con El Maestro “Meme Solis”,
Interpretan “Juntos de Nuevo“.
Cuando somos pequeñitos, mas bién nos dejamos llevár por el instinto, que da paso a sentimientos desconocidos, y que se nos va arraigando en el alma, cuál la letra de el conocidisimo tema “La Hiedra”………se va adheriendo a la paréd, y cuando menos se piensa, ya fué parte de un sentimiento, que nació en La Habana Cuba, en los años 40.
Olga Guillót Tan Lejos y Sin Embargo Te Quiero
Intentaré: De Titi Soto.
“Es que estás Enamorado“.
Acompañada al Piano por: “Renée Barrios”
Olga
Olga Guillót/Por eso estoy así.
A Olga Guillót, sin embargo, no le importa que lo que reconocidos compositores escribieran para ella, se popularizara también en la voz de otros artistas. «Las canciones no pertenecen a los cantantes sino a los compositores y todos tienen derecho a interpretarlas», afirma la artista, que también ha compartido con la televisiva Rosa el último bolero que escribió para ella Armando Manzanero. Un tema titulado No sigas, por favor y que «yo cambié por No jodas, por favór».
=OLGA GUILLOT =
Olga Guillot – El Disco de Oro
Olga Guillot – “Caricatura”
Con la tranquilidad que le conceden más de 60 años de rutilante trayectoria artística, Olga Guillót cree que el bolero -ese género sin edád al que define como «celoso, romántico, gruñón, peleonero, agresivo y cariñoso»- atraviesa actualmente un excelente momento. «El bolero no es una música vieja. Lo que pasa es que hubo un tiempo en que la balada entró muy fuerte y eso hizo que el bolero padeciera un pequeño secuestro. Pero en estos momentos está muy bién, porque la gente joven se ha volcado mucho con él. Hay una nueva generación que se arrulla con el bolero y para mi es muy bonito que la gente joven esté conociendo este género a través de artistas de su propia edád».
La cantante, que se manifiesta admiradora del mexicano Luis Miguél -«canta como los dioses»- achaca parte de este auge al cineasta Pedro Almodóvar, que ha incorporado el bolero a la banda sonora de varias de sus películas. «El que empezó este movimiento fué él, sin duda», afirma categórica la artista, que de paso lamenta no conocer personalmente al directór manchego. «Ha venido a dos de mis conciertos, pero nunca nos hemos visto personalmente», cuenta.
Sin embargo, también cree que a los jóvenes les falta experiencia vitál a la hora de transmitír las emociones que expresan estas canciones. «Cuando yo era joven no tenía vivencias y cantaba porque era bonito. Pero cuando empiezas a recibír patadas entonces cantas mejór», afirma la cantante. Pese a ello, Olga Guillót no puede quejarse.
La suya es una larga historia de amór con un género que le ha dado todo. «Yo nací con el bolero y el bolero es parte de mí», dice la artista, hija y nieta de catalanes y exiliada en México desde hace 43 años.«Voy a sacarme el pasaporte españól que es algo que me hace mucha ilusión porque si bién me considero cubana-mexicana, que es mi segunda patria, en España tengo mis orígenes, mis raíces y mi cultura», afirma. Con una vida ya legendaria, Olga Guillót anuncia la inminente aparición de una biografía suya, Con derecho a balcón, editada por Planeta.
En cambio, no tiene intenciones de regresár a los estudios de grabación. «Tengo 59 elepés grabados, así es que ya no puedo inventár nada». Reporta errores, o falta de información, a través de los enlaces para “Editár” al finál de cada sección de la biografía. En Show televisivo en vivo, con Lolita de la Colina en el tema: Estás Enamorado de la autora.
Olga Guillot: La hija del huracánOlga Guillót / Huracán, huracán, venir te siento (José María Heredia). Fotos: cortesía de Olga María Touzét y Guillót.Olga Guillót. Huracán, huracán, venír te siento (José María Heredia). Fotos: cortesía de Olga María Touzét y Guillót. La noche del pasado martes 23 abril se celebró la Gala Inaugural del Pabellón de la Fama de los Compositores Iberoamericanos en el New World Theater de Miami Beach. Intérpretes y autores de varias generaciones y nacionalidades respondieron a la convocatoria hecha por Desmond Child y Rudy Pérez para rendir homenaje a un grupo de colegas ilustres, vivos y muertos, que enriquecieron de manera notable el cancionero popular de Iberoamérica y contribuyeron a difundirlo
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Se me invitó a decir unas palabras que sirvieran de preámbulo al segmento dedicado a Olga Guillot (1923-2010), que incluiría la inmediata proyección de un vídeo donde se le vería en plena actuación, cantando fragmentos de algunos de sus mayores éxitos, y la entrega de una estatuilla a su hija Olga María Touzet. Intuí que Gonzalo Rodríguez, responsable de editar y ensamblar las imágenes y el sonido, se propondría destacar el dominio escénico, la emotividad y el poder de comunicación de la artista. El texto que leí, fruto de esa intuición, fue espigado de éste, cuya lectura en voz alta hubiera excedido el límite de tiempo que se me había asignado. Lo publico con un solo propósito: dilatar el tributo.
Los pueblos que habitaban el Caribe a la llegada de los españoles tenían un dios: Huracán, a quien los indocubanos representaban con la boca abierta y dos brazos curvos que giraban a su alrededor pero en sentido contrario al de las manecillas del reloj, como si lejos de proponerse adelantar el tiempo, se propusieran retrasarlo o hacerlo retroceder hasta su origen.
Los indio cubanos desaparecieron; su Dios, no. Todos los años nos visita, o nos visitan sus hijos, a quienes bautizamos con nombres humanos –Andrés, Wilma, Katrina, Isaac, Sandy– en un afán inútil de prevenir, ganándonos su simpatía, los estragos que inadvertidamente causan al abandonar el mar y desplazarse sobre tierra. Inferir malas intenciones en un fenómeno natural trotamundos es correr el riesgo de que cualquiera de ellos las infiera en nosotros, que avanzamos partiendo el aire que nos rodea, desarraigando las criaturas que pueden haber echado raíces o puesto huevos en él y, si pisamos la hierba o el polvo, devastando mundos que no por imperceptibles a nuestra arrogancia son menos respetables que el nuestro.
Todos los huracanes reparten vientos, lluvias, rayos. Todos menos uno al que llamaron Olga; un huracán que, a diferencia de su padre y sus hermanos, pero con la misma intensidad que ellos, decidió repartir canciones; ser el vocero de algunos de los principales compositores de su época, y serlo más que entonando palabras, mordiéndolas, para que sangraran, porque las palabras también están hechas de carne. O saboreándolas, como si fueran frutas; o mejor aun, como si fueran cuerpos, porque los cuerpos también pueden ser jugosos y dulces.
Fotos: Cortesía de Olga María Touzét y Guillót.
Olga Guillot recorrió distancias prohibidas a su estirpe ciclónica, viajando desde su patria esencial (Cuba) y su patria adoptiva (México), desde la América en pleno –donde tan pronto tomó por asalto el Carnegie Hall como el Luna Park bonaerense–, hasta Europa y el Medio y el Lejano Oriente; inaugurando hoteles de lujo en Tel Aviv, Hong Kong y Manila, presentándose en Cannes, junto a Edith Piaf, y haciendo temporadas en el Florida Park de Madrid donde Pablo Picasso, después de verla inmolarse canción tras canción, admitió no haber visto a una cantante sino a un toro miura apoderarse del escenario. Los públicos que, entre enardecidos y pasmados, disfrutaban de las actuaciones de Olga Guillot, abandonaban los locales exhaustos, como las parejas que acaban de hacer el amor. Y no era para menos: a todos los había zarandeado aquel prodigio de expresividad que iba a alterar, para siempre, la forma de un intérprete de poseer una canción y ser poseído por ella.Se me invitó a decir unas palabras que sirvieran de preámbulo al segmento dedicado a Olga Guillot (1923-2010), que incluiría la inmediata proyección de un vídeo donde se le vería en plena actuación, cantando fragmentos de algunos de sus mayores éxitos, y la entrega de una estatuilla a su hija Olga María Touzet. Intuí que Gonzalo Rodríguez, responsable de editar y ensamblar las imágenes y el sonido, se propondría destacar el dominio escénico, la emotividad y el poder de comunicación de la artista. El texto que leí, fruto de esa intuición, fue espigado de éste, cuya lectura en voz alta hubiera excedido el límite de tiempo que se me había asignado. Lo publico con un solo propósito: dilatar el tributo.Los pueblos que habitaban el Caribe a la llegada de los españoles tenían un dios: Huracán, a quien los indocubanos representaban con la boca abierta y dos brazos curvos que giraban a su alrededor pero en sentido contrario al de las manecillas del reloj, como si lejos de proponerse adelantar el tiempo, se propusieran retrasarlo o hacerlo retroceder hasta su origen.
Los indios cubanos desaparecieron; su Dios, no. Todos los años nos visita, o nos visitan sus hijos, a quienes bautizamos con nombres humanos –Andrés, Wilma, Katrina, Isaac, Sandy– en un afán inútil de prevenir, ganándonos su simpatía, los estragos que inadvertidamente causan al abandonar el mar y desplazarse sobre tierra. Inferir malas intenciones en un fenómeno natural trotamundos es correr el riesgo de que cualquiera de ellos las infiera en nosotros, que avanzamos partiendo el aire que nos rodea, desarraigando las criaturas que pueden haber echado raíces o puesto huevos en él y, si pisamos la hierba o el polvo, devastando mundos que no por imperceptibles a nuestra arrogancia son menos respetables que el nuestro.
Todos los huracanes reparten vientos, lluvias, rayos. Todos menos uno al que llamaron Olga; un huracán que, a diferencia de su padre y sus hermanos, pero con la misma intensidad que ellos, decidió repartir canciones; ser el vocero de algunos de los principales compositores de su época, y serlo más que entonando palabras, mordiéndolas, para que sangraran, porque las palabras también están hechas de carne. O saboreándolas, como si fueran frutas; o mejor aun, como si fueran cuerpos, porque los cuerpos también pueden ser jugosos y dulces. Olga Guillot recorrió distancias prohibidas a su estirpe ciclónica, viajando desde su patria esencial (Cuba) y su patria adoptiva (México), desde la América en pleno –donde tan pronto tomó por asalto el Carnegie Hall como el Luna Park bonaerense–, hasta Europa y el Medio y el Lejano Oriente; inaugurando hoteles de lujo en Tel Aviv, Hong Kong y Manila, presentándose en Cannes, junto a Edith Piaf, y haciendo temporadas en el Florida Park de Madrid donde Pablo Picasso, después de verla inmolarse canción tras canción, admitió no haber visto a una cantante sino a un toro miura apoderarse del escenario. Los públicos que, entre enardecidos y pasmados, disfrutaban de las actuaciones de Olga Guillot, abandonaban los locales exhaustos, como las parejas que acaban de hacer el amor. Y no era para menos: a todos los había zarandeado aquel prodigio de expresividad que iba a alterar, para siempre, la forma de un intérprete de poseer una canción y ser poseído por ella.
Presenciar a Olga Guillot transformarse en un vórtice y dar vueltas y vueltas sobre sí misma gesticulando y tarareando algunos compases de una canción, como insatisfecha con lo que ésta, aun llevada a sus límites, decía, era ver la figura grabada por los indocubanos en la piedra cobrar vida y desdoblarse en una tempestad de carne y hueso donde las lentejuelas del vestuario, golpeadas por la luz de los reflectores, se deshacían en un haz de relámpagos que atravesaban la penumbra de la sala rebosante de gritos entusiastas y gente que no satisfecha con aplaudir pateaba el suelo, enarbolaba las servilletas y entrechocaba cubiertos y vajilla.
Huracán, huracán, venir te siento, escribía el adolescente José María Heredia, en 1822, ante la inminente visita de uno de estos fenómenos a la isla. Huracán, huracán, venir te siento repetía yo, adolescente también, cuando a finales de los años sesenta del siglo pasado y principios de la década siguiente los medios de prensa del sur de la Florida anunciaban el debut de Olga Guillot en algún centro nocturno de moda y su éxito más reciente, poblado de rugidos y sollozos, invadía la radio, saltaba a la calle desde los altavoces que las casas de discos colgaban sobre las aceras, y estallaba en boca de todos. La gente no salía de su asombro al escucharla apropiarse de boleros y baladas como si éstos, incluso los más atrevidos, le suplicaran que les infundiera algo que sólo ella podía infundirles en grado sumo: vida.
A la hora de presentar credenciales o referirse a su carrera, Olga Guillot no se andaba con mojigaterías: estaba consciente de lo que había significado su ejecutoria, los obstáculos sorteados habían sido tan formidables como los logros, y hacerse la cándida no era una opción. Nadie espera que el trueno hable en voz baja; nadie, que el granizo sea blando; nadie, que el viento reduzca su velocidad para no sacarnos ventaja; nadie, que la luz, apenada por nuestra opacidad, se vele el brillo. Nadie espera de ellos un alarde de modestia. Un fenómeno natural no puede presumir de modesto: intentarlo lo desnaturalizaría.
Los meteorólogos han recordado que la nueva temporada de huracanes en el océano Atlántico se inicia el próximo 1 de junio. Se equivocan: este año se inicia esta noche.
Creditos por montaje de la pagina:
Algunas Anecdotas vividas junto a Olga: Ruben Rios “Mr.Pachanga.
Recopilacion de muchos datos publicos extraidos de la internet: Eduar’Design
Montaje a la pagina: Julián Eliúd Gonzalez